Con frecuencia vienen mujeres a mi consulta por una depresión y, a medida que avanza la terapia, se dan cuenta que han estado tristes mucho tiempo antes de pedir ayuda, sin ni siquiera notar que sus reacciones y desánimo eran ya manifestaciones de la depresión. La tristeza ya había tocado la puerta.
Irritabilidad, poca tolerancia con los hijos, despertares frecuentes durante la noche y agotamiento físico son algunos de los síntomas que aparecen en sus historias. Incluso durante la terapia mencionan frases como «ahora me doy cuenta que iba en piloto automático» o «cada vez que abría los ojos en la mañana sentía que no había descansado nada, incluso si dormía toda la noche«.
La depresión es una enfermedad que aparece con más frecuencia en mujeres y que ocupa el primer lugar de las enfermedades mentales. Se sabe que en el mundo hay más de 300 millones de personas que padecen esta enfermedad y que, incluso conociéndose el tratamiento, muchas de ellas no son tratadas de manera eficaz. Sin bien son diversas las razones, algunas de ellas están vinculadas a la “estigmatización” de la enfermedad mental que lleva a muchas personas a no pedir ayuda o visitar un especialista (OMS, 2017)
Cuando la depresión no es atendida a tiempo, bien porque consideramos que ir al psicólogo es cosa de «locos» o porque desestimamos los síntomas, hay muchas probabilidades que estos se cronifiquen y el tiempo requerido para mejorar sea mucho mayor.
Es necesario reflexionar y estar atentos a lo que nos pasa. Algunas recomendaciones que podrían ayudarnos:
- Identificar si hay algo que nos moleste más de lo habitual o que nos cueste más realizar
- Chequear si al despertar en las mañanas sentimos que no hemos tenido un sueño reparador
- Estar atentos a los cambios repentinos en nuestro estado de ánimo: por ejemplo pasar con facilidad de la tristeza a la rabia.
- Identificar si estamos menos tolerantes con el comportamiento de nuestros hijos o los regañamos más frecuentemente
- Preguntarnos si nos inventamos excusas para no llegar a la casa y nos cargamos cada vez de más trabajo o no podemos delegar las tareas en otras personas
- Examinar si lloramos con más frecuencia o sentimos que «cualquier situación» nos da ganas de llorar
- Identificar si ha habido algún evento importante en nuestra vida que haya cambiado nuestra rutina
- Sacar cuenta de cuándo fue la última vez que practicamos esa actividad que tanto nos gusta.
Es posible evitar el desarrollo de un cuadro depresivo más complejo si logramos identificar los primeros síntomas. Cuánto más tiempo tenga la tristeza con nosotros, más difícil será sobreponerse a la depresión.
Referencias:
OMS (2017) Depresión. (disponible en http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs369/es/)