Mientras preparaba el próximo taller de lactancia materna para embarazadas, me preguntaba qué era lo que realmente podría yo ofrecer a estas mamás, quienes estando en su último trimestre de embarazo, seguramente ya habían leído en las diferentes páginas en internet o visto en YouTube toda la información que hay disponible.
Hablar sobre los beneficios de la lactancia a libre demanda, los posibles obstáculos y cómo resolverlos o las diferentes posturas para amamantar, es contenido que existe a borbotones en el « ciber-espacio ». Sin embargo, poco se habla de las expectativas frente al nuevo rol, de los sentimientos de rechazo (leer también Amor a primera vista) y de la importancia de reconciliarnos con nuestra madre interna.
Sin importar cómo haya sido la relación con nuestra propia madre, tranquila, tormentosa, angustiada, reconfortante, nutritiva, abandonante, cuando nos convertimos en madres, automáticamente se activa en nosotros una huella interna que se ha formado a partir de las experiencias (buenas y malas) con nuestra propia madre o las figuras significativas que jugaron ese rol (leer también Disfrutar nuestros hijos). Y aunque esto puede parecer complejo y poco práctico, resulta necesario tener presente que esa huella va a activarse en nosotros y va a tener un peso importante al momento de asumir nuestro papel de madres.
Independientemente de si nuestra relación es cercana, si nuestra mamá puede acompañarnos en el periodo postparto, o si, por el contrario, estamos lejos o preferimos que no este muy cerca porque no nos sentimos muy cómodas, puede ayudarnos mucho hacer el ejercicio mental de pensar cómo imaginamos nuestro rol, qué hemos aprendido de la relación con nuestra mamá y, sobre todo, cuáles han sido los periodos más complejos de esa relación y por qué. Hablar de lo que nos angustia de la maternidad, compartirlo con una amiga, poner en palabras nuestros miedos, indudablemente nos ayudará a entender mejor nuestras emociones y afrontar con mayor facilidad cualquiera de las dificultades que se presenten durante los primeros meses en relación a la lactancia.
La información practica sobre qué hacer frente a un problema está toda en las redes, pero en mi experiencia, cada vez que me toca atender a una mamá con una mastitis, pezones rotos, rechazo del bebé o dolor intenso, confirmo que leerla no es suficiente. Cuando escucho frases como « Quería hacerlo bien y no sé por qué, no puedo », « Otras mamás pueden y yo no», « Quería que todo fuera perfecto »; confirmo más que el éxito de la lactancia materna depende, en gran medida, de la «concientizacion » de nuestro mundo emocional, nuestras angustias y las expectativas frente a rol materno.