El placer de disfrutar las cosas sencillas

Una de las quejas frecuente en las consulta de las personas que sufren ansiedad o depresión es la imposibilidad de disfrutar del día a día, de las cosas cotidianas, de las pequeñas cosas que cada día nos pueden sacar una sonrisa.

Para mi, el podernos enfocar en disfrutar de cosas sencillas y cotidianas a las que podemos acceder cada día es la clave para mantener nuestro estado de ánimo arriba. Y que es esto, es simplemente centrarnos en los estímulos sensoriales que nos rodean, es hacer un esfuerzo consciente y frecuente por percatarnos de las cosas bellas que tenemos a nuestro alcance aquí y ahora, en estar atentos a nuestra realidad sensorial y empaparnos de ella.  Es parecido a lo que en la práctica budista se considera atención plena o consciencia plena o mindfulness.

El problema con que nos encontramos, es que muchas veces nuestros pensamientos sobre el futuro próximo o lejano, sobre las cosas que tenemos que resolver al llegar a casa o los pensamientos sobre el pasado, no nos permiten centrarnos en lo que estamos viviendo ahora, así estamos charlando con una amiga y estamos al mismo tiempo pensando en como resolveremos ciertos problemas. Es como cuando leemos un libro y mientras leemos el pensamiento se nos va hacia otro tema y de repente nos damos cuenta que hemos «leído»  3 páginas sin realmente haber captado lo leído; con los libros  o las películas de tv, podemos retroceder y volver a prestar atención a lo leído o visto, pero con la vida no lo podemos hacer y simplemente los momentos que pasan y no disfrutamos los perdemos.

Lograr esta atención plena requiere de disciplina y esfuerzo, comenzando por hacer un esfuerzo consciente cada día, varias veces al día, en enfocarnos  en lo que vemos, los colores, la luz, los sonidos, las texturas, los olores, los sabores. Si estamos concentrados en disfrutar y estar conscientes del sabor del café, de la textura, del calor, no estaremos pensando en cosas que nos preocupan. Si estamos concentrados en la forma de las hojas de los árboles, de su color, de la luz que pasa entre sus ramas no estaremos pensando en el futuro.

Al principio puede ser difícil lograr esta atención plena, pero poco a poco verás como cada vez se te hace más fácil y como cada vez se te hace más fácil «echar» de tu mente esos pensamientos molestos. Mi sugerencia:

  • Empieza con una pequeña práctica de 3 minutos diarios dos veces al día. Siéntate en un lugar donde puedas estar tranquilo y enfócate en los estímulos que te rodean.  Cierra los ojos y concentrate en lo que escuchas sin tratar de interpretarlo, enfócate luego en el clima y en lo que tu piel está sintiendo, toca las texturas de las cosas que te rodean. Abre los ojos y enfócate en estímulos visuales. Trata de no interpretar las cosas, solamente aceptarlas.
  • A  medida que avances incorpora esta práctica a tu día a día, mientras caminas, mientras manejas, mientras comes.
  • Haz un esfuerzo consciente por prestar atención y enfocarte en lo que vives cada día.

¡Comienza ya!

Yamila Guerrero