“Las cosas son así”

Cuando la pareja no está de acuerdo en las pautas de crianza

Esta semana me tocó conversar con una mamá de un bebé de seis meses que comenzaba la introducción de alimentos sólidos. Resultó ser una mamá implicada, que investigó bastante, visitó una nutricionista y hasta hizo una pequeña formación virtual para iniciar la alimentación complementaria bajo la modalidad “Baby-led Weaning“, que se trata de una técnica “libre de papillas” que promueve que los niños comiencen a comer sólidos según sus gustos y a partir de trozos de comida (si quieres saber más www.rapleyweanhing.com). Todavía más interesante es que esta mamá discutió el tema con su pareja y ambos tomaron juntos la decisión sobre cómo sería la introducción de alimentos.

Una semana después de iniciar el proceso resultó que el papá comenzó a sentir excesiva angustia frente a la posibilidad de ahogamiento, por no poder medir cuánto alimento realmente estaba comiendo el bebé y si lo estarían nutriendo bien, planteando que mejor cambiaban al método tradicional. La experiencia comenzó a convertirse en un dolor de cabeza para la madre quien en vez de disfrutar el proceso, le estaba tocando lidiar con la angustia de su pareja y, además, ella estaba convencida que estaban tomando la mejor vía. El juego se había trancado. Los dos querían lo mejor para su hijo, pero no estaban de acuerdo con el método.

Con frecuencia, hay periodos o experiencias puntuales que ponen de manifiesto el desacuerdo de los padres sobre la mejor manera de abordar una situación con sus hijos, encarar una dificultad o simplemente educar o transmitir valores familiares.

Si bien es normal que eso ocurra porque los padres vienen criados de familias distintas con valores, costumbres y experiencias personales muy diferentes, lo más importante no es solamente estar de acuerdo en la manera como van educar a sus hijos y anteponer las necesidades del niño, sino además entender las propias necesidades de cada uno de los padres para llegar a un punto de encuentro.

Partiendo siempre de la premisa que ambos quieren lo mejor para su hijo, para llegar a un acuerdo es necesario que cada uno se pregunte por qué esta manera de hacer las cosas es importante para mí, qué está detrás de esta elección, cuánto de mis propios miedos o mi propia experiencia personal está motivando mi decisión.

De esta forma hay una mayor posibilidad entender las razones que impulsa la decisión, comprender el punto de vista de cada uno y evitar la competencia con la pareja para tratar de imponerse.

Peor que equivocarse frente a la manera de educar a los hijos es confundirlos porque los padres no estén de acuerdo o son incongruentes con sus decisiones.

Con esta mamá nos planteamos si el papá estaría sintiendo mayor responsabilidad porque por primera vez era partícipe directo y activo en la alimentación de su hijo (este bebé había recibido lactancia exclusiva) y si podrían hacer más lento el proceso para dar tiempo a que ambos se acostumbraran, porque ella podría también sentir que su rol de ser la “responsable de nutrir a su bebé” estaba siendo desplazado.