De cómo nuestras expectativas nos pueden hacer infelices
Leí un artículo el otro día que mi amiga Larian Hernandez compartió “El jefazo de Google que ha descubierto el algoritmo de la felicidad” que hablaba sobre algo que me venía dando vueltas en la cabeza desde hacía tiempo y sobre lo que quería escribir. En resumen Mo Gawdat (el jefazo de google) señala que la felicidad tiene que ver con la percepción de los acontecimientos de nuestra vida y las expectativas que tenemos sobre ella.
Las expectativas que creamos sobre nuestra vida pueden influir significativamente en nuestra percepción de la realidad, a menudo generando sensaciones de infelicidad. Esto ocurre tanto en aspectos cotidianos como en cuestiones trascendentales.
Un ejemplo ilustrativo es el de una chica que, deseando sorprender a su nueva pareja, le compró una suculenta torta de chocolate, su favorita. Ella anticipó una reacción entusiasta y sorprendente de su novio. Sin embargo, cuando finalmente le entregó el pastel, él, aunque agradecido, explicó que prefería llevárselo a su madre debido a recomendaciones médicas para una dieta baja en azúcar y carbohidratos. La chica se sintió rechazada y creyó que su novio no apreciaba su esfuerzo ni el dinero gastado. Este malentendido desató la primera pelea de la pareja. Ella esperaba una reacción diferente y, al no recibirla, se sintió frustrada.
Frecuentemente, imaginamos cómo deberían suceder las cosas según nuestras creencias y expectativas, y cuando la realidad no coincide, nos sentimos frustrados y tristes. ¿Qué pasaría si aprendemos a vivir sin expectativas rígidas sobre todo lo que nos ocurre? ¿Seríamos más felices? Definitivamente sí.
A mis pacientes siempre les enfatizo la importancia de diferenciar entre expectativas y realidad. Nuestra visión de cómo deberían ser las cosas no siempre coincide con la de los demás, y en este mundo complejo, las cosas no siempre salen como esperamos.
Tambien sucede que nuestras expectativas negativas nos llenan de ansiedad y tristeza antes de que las cosas sucedan; muchas de esas preocupaciones nunca se materializan.
Proponerse metas y visualizar un futuro positivo es importante y nos da propósito, pero debemos ajustar nuestras expectativas para evitar la frustración. La recomendación es clara: deja de anticipar cómo serán las cosas y disfruta más de lo que la vida te ofrece en el presente.