El papel del papá en la crianza.

Cómo favorecer la estabilidad emocional de la familia

En diferentes culturas la madre es la responsable de la casa y del cuidado y crianza de los hijos, incluso si trabaja fuera del hogar. Muchas veces esto se debe a la ausencia paterna, pero también es común que estando el padre físicamente presente, éste no participe activamente en el proceso de crianza de los hijos.

Indudablemente la figura paterna en la familia es fundamental, no sólo porque ayuda al soporte económico, sino porque permite a la madre equilibrar la carga de la formación y disciplina de los hijos. Desde el punto de vista psicológico, el padre constituye un referente esencial.

Los padres son claves en la incorporación de las normas en el hogar, las cuales deben ser introducidas con amor y respeto, como parte de un proceso lento pero firme. Estas normas se transformarán paulatinamente en el sistema de valores de los niños. En la adultez esos valores son los que le permitirán lograr una mejor convivencia con su entorno.  Igualmente, el rol del padre durante los primeros meses del bebé es vital: dar apoyo a la madre para que pueda amamantar a su bebé y fortalecer el vínculo.

Cada vez más, los padres se han ido involucrando en el cuidado de los hijos, incluso desde que son bebés. Pero aún son muy numerosos los hogares donde esta responsabilidad ha quedado delegada exclusivamente a la madre, generando agotamiento, frustración y, en ocasiones, rabia, por no sentirse apoyadas en tan ardua labor. Este desasosiego a la larga se manifiesta en dificultades para lidiar con el comportamiento de los hijos.

Es importante que el padre participe tanto en el juego como en las normas.  Jugar a las muñecas, a las peleas, leerle cuentos e inventar historias es tan importante como poner límites, intervenir cuando los niños no están haciendo caso a la madre o acompañarlos a la hora de dormir. Aliarse con la madre es vital para que los niños incorporen los límites en su código de valores y aprendan a convivir con las demás personas.

Aún si los padres no conviven bajo el mismo techo, la figura paterna es siempre importante. Resulta necesario brindar amor y fortalecer el apego con sus hijos, así como participar junto a la madre en la crianza, el establecimiento de normas y la enseñanza de valores. Convertir el cuidado y formación de los hijos en una tarea compartida por ambos es una función paterna que contribuirá definitivamente con la estabilidad emocional de toda la familia.

Artículo original en www.saludycrianza.com