Una amiga muy querida me comentaba en estos días que estaba preocupada porque había tenido varios episodios de tensión arterial alta. ¿Qué hacer?
Nuestro ritmo de vida agitado y sin tregua, sobre todo de los que vivimos en las ciudades grandes y complicadas, no nos permite darnos cuenta de todo el estrés que vamos acumulando cada día y como esto afecta nuestra salud.
El tema es que nuestro cuerpo nos pasa factura de nuestra vida agitada, y no es el hecho de tener que hacer muchas cosas, si no como interpretamos y reaccionamos a las cosas cotidianas o no a las que nos enfrentamos cada día, es decir, como manejamos nuestras emociones, y si nos damos cuenta o no de cómo está afectando a nuestra salud esas emociones.
Un ejemplo que veo con bastante frecuencia es el tráfico como estresor cotidiano, pero difícilmente podemos en lo personal hacer algo para que cambie en un momento dado. La cuestión es darnos cuenta cómo afecta el tráfico a nuestras emociones: ¿ansiedad?, ¿rabia? Pues déjenme decirles que cada vez que al ver una fuerte congestión de tránsito nos da rabia o ansiedad, nuestro cuerpo es el que está sufriendo, a veces silenciosamente o a veces a gritos, ya que estas emociones conllevan una alta activación del sistema nervioso simpático.
Esto es sólo un ejemplo, pero cada día nos podemos topar con infinidad de cosas, planificadas o no, que pueden afectar nuestras emociones. Y nuestras emociones, las negativas como la ansiedad y la ira aunque son adaptativas en un momento determinado, si son muy frecuentas, intensas o prolongadas en el tiempo afectan definitivamente nuestra salud, y de esto nos damos cuenta cuando nuestro cuerpo habla en forma de tensión arterial alta, dolores musculares, dolores de cabezas, trastornos gastrointestinales, insomnio, entre otras patologías.
En realidad, no importa tanto la cantidad de actividades que planificas, si no como las afrontas (ojo, hay que darse cuenta también cuando humanamente nos estamos sobre exigiendo, así como a nuestros hijos o seres queridos)
Algunas cosas a tomar en cuenta:
1.- Planifica tu día. Siempre vamos a estar más tranquilos si sabemos con antelación que cosas debemos hacer durante el día. Toma en cuenta las horas que puedes pasar en el tráfico o en los trayectos que tomes, cuando organices tus actividades. Verifica que puedas cumplir con todas las actividades razonablemente, y que no estés planteándote metas difíciles de conseguir que te puedan generar frustración si no las logras cumplir.
2.- Controla tus emociones. Si no puedes cambiar las situaciones que te producen estrés debes cambiar la emoción que la situación te produce si es posible. Cambiar nuestras emociones tiene que ver con reestructurar lo que pensamos o interpretamos, darle otro enfoque desde un punto de vista más objetivo o quizás más positivo. A veces nos enfrentamos día a día con cosas que nos amargan pero no podemos cambiar, como por ejemplo nuevamente el tránsito, entonces ¿Por qué amargarnos? Pon buena música o lee un buen libro si vas en transporte público; enfócate en las cosas que normalmente no ves y están a tu alcance como la naturaleza, una bella arquitectura, la gente y relájate. Si puedes hacer algo para cambiar la situación, ¡pues hazlo! si no, cambia la forma en que ves las cosas y transforma tu emoción de angustia o ira por una más positiva.
3.- Toma las decisiones que has postergado o resuelve los asuntos que debas resolver. Parece mentira, pero una buena cantidad de las cosas que nos perturban tienen que ver con decisiones que postergamos o diligencias que no hacemos a tiempo. A veces no es fácil tomar decisiones, pero postergarlas puede causar más daño a nuestra salud que enfrentarnos a las consecuencias de la propia decisión.
4.- Respira. Parece lógico, si no respiramos no vivimos. El punto es que a veces nuestro cuerpo está en un estado de tensión tal, que nuestra respiración no es completa. El respirar adecuadamente, tomarnos un momento para ello conscientemente, hace que nuestra sangre esté mejor oxigenada, que nuestro cuerpo se relaje y podamos sentirnos mejor y tener mejor disposición para asumir las tareas.
5.- Presta atención a lo que dice tu cuerpo. ¿Te duele el cuello o la espalda? ¿Te duele la cabeza frecuentemente? ¿Sufres dolores de estómago? ¿En qué situaciones? Pues debes prestar atención a los síntomas que tienes frecuentemente cuando te sientes con ansiedad o estrés (sin obsesionarte por supuesto ni estar a cada momento haciendo un escaneo de todas tus sensaciones corporales). A veces el darnos cuenta de los síntomas que tenemos nos ayuda a buscar cuales son las cosas que nos preocupan o nos estresan y tomar medidas. No esperes que el problema sea tan grande como para tener que buscar atención médica de emergencia. Toma correctivos.
Finalmente tratemos de vivir una vida más simple (sin tantas necesidades creadas), disfrutar más de los pequeños y agradables momentos que se nos presentan cada día, reírnos más y criticar menos; Caminar la vida con pasos más gentiles.
¡Me encanta! Justo lo que estoy pasando. Gracias