Hoy veía una película llamada “Cartas a Julieta” que hablaba sobre el amor y el destino, que me hizo reflexionar sobre cuanto la idea de que cada uno de nosotros tiene un destino trazado, puede ser causa de pasividad en nuestra vida.
Claire, una de las protagonistas de esta historia, decide a sus 65 años buscar en Italia su amor de juventud, al que finalmente consigue y con el que vuelve a iniciar una historia de amor y de vida.
Aunque la película es ligera y no pretende ser un tratado sobre el amor, me hizo pensar sobre como algunas personas buscan alcanzar sus sueños y para ello toman decisiones y ejecutan acciones que incluso a otros les pueden parecer exageradas. Por el contrario otras se quedan esperando que las oportunidades lleguen o el destino les alcance.
Y no me refiero a temas sobre el amor solamente. Cuantas personas han pasado por mi consulta insatisfechas con su trabajo o con lo que hacen en su vida pero no se atreven a cambiar, porque “ya llegará el momento de hacerlo”. Muchas esperan una “señal” del destino, la oportunidad perfecta, o simplemente se resignan.
Al final, detrás de la idea de dejar al destino nuestra suerte, hay un gran miedo a ser nosotros los que vayamos detrás de lo que queremos por el fracaso o el rechazo que eso pueda conllevar. Y claro que da miedo fracasar, pero ¿De qué otra manera podemos garantizar conseguir lo que queremos si no es arriesgándonos?
Por supuesto, ir detrás de lo que queremos no significa lanzarnos por un despeñadero; las mejores decisiones se toman cuando valoramos múltiples factores que las involucran, pero lo que si es cierto, es que lo que debemos evitar es que estas dos palabras se vuelvan poderosa juntas y se transformen en un gran peso: “Si hubiera”.
Al final, aunque en la película se menciona que el encuentro de Claire con su amor de juventud era cosa del destino, lo cierto es que ellos sólo se vuelven a encontrar porque Claire, una mujer que no tenía nada que perder, decidió ir en busca de lo que quería, corriendo el riesgo de no encontrarlo.
Cada uno al leer esto tendrá su propia idea de si nuestra vida está marcada por un destino o no, lo cierto es que si no tomas decisiones y no actúas, nunca alcanzarás lo que quieres. Al contrario, si te mueves hacia lo que quieres, si planificas y te pones en acción, la probabilidad de que alcances tu destino (ese que tú quieres para ti) es mayor.