El trabajo voluntario es una práctica frecuente en muchos países, sin embargo hay quienes, aun cuando tienen grandes deseos de participar, les resulta difícil encontrar la manera de hacerlo, ya que, en ocasiones, los organismos sin fines de lucro creados para ello, carecen de promoción de sus funciones o incluso de falta de estrategias eficientes para encontrar personas dispuestas a trabajar sin remuneración.
Algunos países, por su parte, han logrado incorporar el voluntariado como una actividad integrada a su cotidianidad y a su cultura y que es promovida en las familias como parte del desarrollo integral de los niños. Canadá es un uno de ellos, por lo que es frecuente ver en cualquier medio, la búsqueda de voluntarios para participar en las diferentes actividades organizadas tanto por entes estatales como privados.
La actividad o trabajo voluntario es una práctica interesante que ha demostrado estar íntimamente relacionada con la felicidad. Algunos estudios incluso han mostrado cómo la experiencia de la caridad es capaz de activar en nuestro cerebro circuitos vinculados al placer, tal y como lo hacen otras vivencias como el orgasmo, el aprendizaje, el consumo de alimentos altamente calóricos, el juego, la oración, el baile y los videos juegos (Linden, D., 2011).
De allí que participar en actividades de voluntariado, sobre todo aquéllas que involucran ayudar a personas en situación de vulnerabilidad, tiene una ganancia adicional cuando estamos atravesando un período difícil: promover emociones vinculadas a la felicidad que harán que nuestro sistema nervioso central libere sustancias químicas que produzcan bienestar.
Igualmente, el trabajo voluntario, tal y como ya ha sido descrito por algunos psicólogos, permite conocer mejor a las personas y entender su cultura, al mismo tiempo que promoviendo el bienestar, nos ayuda a olvidar situaciones de estrés (Winerman, L., 2006). Resulta una excelente opción para recargar energía en la medida que nos sentimos útiles. (Leer también «El lugar de las emociones en la inmigración«)
De esta manera, las emociones que despierta el voluntariado nos ayudarán a sentirnos más seguros, a tener mayor confianza en nosotros mismos y a sobreponernos con más facilidad a situaciones complejas que demanden un esfuerzo adicional de nuestra parte como puede ser adaptarnos a un nuevo país, soportar una crisis económica o personal o, incluso, sobrellevar una enfermedad crónica.
Referencias bibliográficas
Linden, David (2011) This Is Your Brain on Charitable Giving. Disponible en: https://www.psychologytoday.com/blog/the-compass-pleasure/201108/is-your-brain-charitable-giving
Winerman, L. (2006) Helping others, helping ourselves. Disponible en: http://www.apa.org/monitor/dec06/helping.aspx
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